México cuenta “con una vocación biotecnológica tradicional” como en el caso de la elaboración de una de las bebidas más ancestrales: el pulque.
México, Conacyt / ciberpasquinero
El doctor Francisco Kuri Breña Romero de Terreros es un investigador mexicano que está inmerso en la implementación de los avances científicos desde su puesto como director de nuevos desarrollos de la compañía Landsteiner Scientific, actividad que califica de “increíble”.
Con estudios en química en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), maestría en química orgánica, así como doctorado en química orgánica y biotecnología, como experto en la materia reconoce que si bien la biotecnología en el país cuenta con un muy buen nivel, “siempre se puede estar mejor”.
No obstante, recuerda que México cuenta “con una vocación biotecnológica tradicional” como en el caso de la elaboración de una de las bebidas más ancestrales: el pulque. Sin embargo, la evolución de esta especialidad ha sido tal que ya se cuenta con un Instituto de Biotecnología, hasta los centros de investigación al respecto.
Para el experto, fuera de los países de primer mundo o pioneros como la Unión Europea, Estados Unidos, Japón, Canadá, México es uno de los mejores en el rubro e incluso con muchas aportaciones al respecto.
En materia de proteínas recombinantes, recuerda el doctor Kuri Breña, en 1987 la correspondiente a insulina humana fue una aportación de un científico mexicano, el también doctor Francisco Bolívar Zapata, con el plásmido pBR322, descubrimiento que en la actualidad se ha convertido en algo muy “común” para todos, pero baste recordar que gracias a eso se cuenta con insulina recombinante y ahora todos los pacientes diabéticos pueden controlarla, llevar una vida relativamente normal y con una calidad de vida óptima.
El anterior es solo un ejemplo que permite observar con mayor claridad las aportaciones de los científicos mexicanos a la biotecnología, así como en su momento ocurrió con la biotecnología vegetal y la agrobiotecnología.
Desde luego, como toda “ciencia nueva”, la biotecnología ha provocado cierta resistencia: hay quienes creen que no es “bueno porque se está jugando a Dios, pero no estás jugando a Dios, simplemente estás haciendo uso de información que antes no teníamos”, recalca el especialista.
Se trata de no estar tan acostumbrados a este tipo de trabajos, señala el investigador, ya que es parte de la evolución, el crecimiento y la fortaleza científica de los propios investigadores. Es muy importante no perder el ímpetu, ya que se trata de áreas estratégicas de la economía.
"México, al ser una economía emergente, debe de contar con la capacidad científica para poder discutir al nivel, sin perder la perspectiva de que no somos Alemania o Francia", recalca.
Legislar sobre biotecnología
Una de las especialidades del doctor Kuri Breña Romero de Terreros es, precisamente, el apartado legal de la biotecnología. Como él mismo recuerda, ha tenido la suerte y fortuna de participar en este proceso, desde antes que existiera la legislación en México, hasta la discusión de normas, leyes y la modificación a la Ley General de Salud en el país con respecto a biotecnología, con base en lo que explica las múltiples razones por la que es importante legislar al respecto.
No obstante, también afirma que hacer leyes no significa que todos vayan a cumplirlas y tampoco que entre más leyes existan, mejor, sino que deben de anteponerse los fundamentos éticos a la hora de crearlas, teniendo por objetivo alcanzar el bien común.
En el caso de la ciencia y la biotecnología en particular, es muy importante tener en cuenta estos fundamentos, puesto que se trata de disciplinas que, por tener aplicaciones prácticas, impactan directamente a la población, ya sea porque son consumidores de medicamentos, diagnósticos o hasta alimentos, por lo que es de vital importancia asegurar que esos productos sean de calidad.
“Una vez que la ciencia se aplica, obviamente quieres remuneración por tu conocimiento y tu trabajo, eso se protege mediante las patentes (la propiedad industrial y la propiedad intelectual), lo que te da un tiempo en el que mantienes el monopolio legal. Una vez que se vence la patente, es legal que alguien con la misma tecnología o el mismo conocimiento pueda fabricar el mismo producto para que, por la ley de la oferta y la demanda, los precios bajen y se pueda atender a un número más amplio de personas”, señala el experto.
El químico concluye que lo anterior es precisamente el argumento preponderante a la hora de legislar en materia de biotecnología, es decir, evitar cuestiones que no están enfocadas en el bien común. En esto, las normas ayudan a verificar “si eso está bien hecho o no y que no se afecta con ello a terceros”.
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